ARTÍCULO: «Cómo el mercado financiero está apostando por los créditos verdes»

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Invertir en sostenibilidad

La primera emisión de bonos verdes tuvo lugar en 2007 y la realizó el Banco Europeo de Inversiones (BEI). La exigencia fue que todo lo que financiaran compatibilizara 100% con el medio ambiente y se alejara de la huella de carbono: transporte limpio, edificios verdes, plantas de energía eólica o fotovoltaica, plantas de tratamiento de aguas, manejo de basura, etc.

Pero el año pasado se creó otro instrumento financiero: los créditos ESG (Environmental, Social and Governance), que incluyen a más actores. La empresa que solicita este tipo de crédito no tiene por qué ser «verde», pero el proyecto para el cual pide el financiamiento debe ser sustentable. Para los puristas, esta modalidad permitiría que una petrolera pudiese, por ejemplo, conseguir un crédito ESG si demuestra que su proyecto impulsa el desarrollo sostenible. En este trámite un agente externo evalúa anualmente a la compañía a la que se le prestó dinero con un exigente rating ESG (se miden variables medioambientales, sociales y de gobierno corporativo). Si la empresa no cumple con los estándares, la tasa de interés del préstamo sube.

A iguales tasas de interés, ¿por qué prestar o pedir prestado «en verde» y no contraer un crédito tradicional? Roberto Cabrera, director de Financiación de ACCIONA en España, relata el cambio de mentalidad del mercado: «Hay inversionistas que, crecientemente, quieren papel verde (deuda). Día a día los inversores están siendo más exigentes sobre quién es la contraparte, sobre dónde se invierte, sobre dónde ponen sus dineros. Ya no son indiferentes, tienen sus estándares. Y si hay más liquidez, o sea, si existe más gente que quiere prestar «verde», esto debiera traducirse en menores tasas de interés, aunque aún no se note».

PRIMEROS EN AMÉRICA

En los inicios, los emisores de bonos verdes eran solamente empresas privadas y organismos multilaterales. Sin embargo, desde 2016 algunos gobiernos comenzaron a emitir bonos. Primero Francia, después vino Polonia, Irlanda, Bélgica, Fiji, Nigeria, Indonesia, Lituania, Países Bajos y, este año, Chile.

En dos colocaciones sucesivas de bonos soberanos verdes, Chile consiguió USD 2,4 mil millones a una buena tasa de interés. Andrés Pérez, coordinador de Finanzas Internacionales del Ministerio de Hacienda, subraya, sin embargo, que «el primer objetivo de un bono verde es ser un motor de cambio en política ambiental, y no necesariamente obtener mejores tasas».

¿Qué hará el Estado de Chile con el dinero verde? El portafolio de inversiones que presentó nuestro país para la colocación del bono de junio incluía el financiamiento de nuevas estaciones y refacción de algunas antiguas del Metro de Santiago, de la construcción de tramos del tren subterráneo, de nuevos buses (electromovilidad), de reparaciones al Metrotrén Santiago-Rancagua, de energía con paneles solares a viviendas sociales, de un parque fotovoltaico en la Región de Los Ríos, de instalación de placas fotovoltaicas en edificios públicos y de construcción de edificios totalmente verdes.

Las ventajas de endeudarse en verde son un buen impacto comunicacional de países y corporaciones que buscan consolidar su estrategia medioambiental, el acceso a nuevos inversionistas, porque muchos de ellos -en especial europeos- quieren sus dineros en iniciativas verdes y no en las tradicionales, y se pueden lograr buenas tasas de interés.

UN FUTURO OPTIMISTA

Pero no cualquiera puede endeudarse en verde. Los países, por ejemplo, deben antes generar un detallado «acuerdo marco» con todas las especificaciones del impacto medioambiental de lo que van a financiar los inversores, asegurando que los dineros van a proyectos sostenibles. Es un proceso complejo y los proyectos que reciben el dinero de los inversionistas deben ser monitoreados y emitirse informes incluso después de la colocación del bono.

En Chile, compañías como CMPC, Agrosuper y Hortifrut han contraído bonos verdes. Y este año ACCIONA con Banco Santander logró USD 30 millones en un crédito ESG, que utilizó en gastos operacionales. El 25 de octubre pasado, la empresa contrajo un suculento crédito verde por USD 200 millones que Banco Santander lideró y en el que participaron también los bancos BBVA, Caixabank y Mizuho. Esos dineros se destinarán a inversiones de ACCIONA en energías renovables en el norte y sur de Chile (fotovoltaicas y eólicas).

Pablo Pérez-Montero, director ejecutivo de Financiamiento de Deuda de Banco Santander, ve con optimismo la vida del financiamiento verde y sus tasas de interés: «En Europa y EE.UU. ya se están percibiendo incentivos en el precio para emisiones (de bonos) o créditos bajo formatos sustentables (verde o ESG). En la medida en que ciertos inversores demanden más este tipo de instrumentos como una estrategia definida, los créditos estructurados bajo estos formatos serán más cotizados, y ello se trasladará a precio».

Fuente: El Mercurio (06/11/2019)
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